Vex – Sanctuary: The Complete Discography
Sacred Bones
Reseña publicada inicialmente para Indie Rocks! el 27/01/2014
Los hijos bastardos del gótico y el punk
1977, Inglaterra: Sex Pistols, The Clash y The Damned; el DIY, el rechazo al sistema, el despertar generacional y The Roxy, ese mítico club en Londres que congregó lo mejor del punk. Más tarde llegaría una mutación del género en un hijo aún más bastardo, agresivo e irreverente llamado anarco-punk con Crass o los Dead Kennedys como referencias inmediatas.
Los 80, Inglaterra: el horror, vestimenta negra con encaje, peinados estrafalarios, maquillaje y botas; discos Joy Division, Danse Society, The Cure, The Sisters Of Mercy, Bauhaus, Theatre Of Hate o Siouxsie & The Banshees en mano y The Batcave, ese legendario club en Londres como cuna del movimiento gótico.
Si juntamos estos elementos tendremos un aproximado del sonido que ofrece Vex, agrupación londinense de principios de los 80, marginada y olvidada, que escupe agresividad, actitud y con una historia digna de revisar.
En los 80, Vex editó “Sanctuary”, sencillo de 12” con 3 lados B como único lanzamiento oficial. Una gira por Inglaterra y el estatus de banda de culto híper subterránea privó a la mayoría de valorar su obra hasta que tres décadas más tarde el gran sello independiente de Brooklyn, Sacred Bones, decidió rescatar del baúl esta joya del anarco-punk y el gótico al compilar su legado en una placa llamada Sanctuary: The Complete Discography.
El disco comienza entre delays con “Sanctuary”, que al inicio nos remonta a la época más oscura de The Cure y después explota agresivamente para consumirse como un clásico del género. Le sigue el violentísimo riff de “It’s No Crime” y “World In Action” que nos recuerda por momentos a Ian Curtis y el spoken word de Public Image Ltd.
“In my sleep, fuckin, fuckin sad”, grita Scrote, su vocalista, en“Relative Sadness”, la pieza más desgarradora del disco que evoca a Bauhaus y que precede al post-punk de “Rushing To Hide”.
Al final, tres demos en los que se encuentra una versión más primitiva de “It’s No Crime” un bajo y batería lacerantes en “Pain” que se empalman con una guitarra que te remontará a The Jesus & Mary Chain y “Pressure”, la menos explosiva, la consumación de sus influencias más sobrias y otro clásico perdido de los 80.
Los fantasmas del punk, el post-punk y el gótico deambulan en esta entrega que cumple con su objetivo: mostrar, a través de sus letras y sonido, los aspectos más oscuros del ser humano así como la cara más agresiva de los 80s en Inglaterra al no reflejar el mínimo destello de esperanza.
¿Qué haríamos sin Joy Division?